lunes, 23 de noviembre de 2009

LA ENVIDIA


¿ Por qué nos degradamos con la envidia?
Espiritualmente todo bien es el resultado del esfuerzo y del trabajo. La persona que envidia pasa por alto este esmero, quiere decir esto que el envidioso por definición está robando, desea el bien ajeno sin comprender que, él mismo puede realizar el mismo esfuerzo y alcanzar metas similares y comparativas.

Y sí esto no fuese así, por diferentes circunstancias de la vida no pudiésemos alcanzar logros, meritos y posiciones pues será debido a que se han dado por situaciones inusuales como herencias, regalos.

De cualquier manera, la envidia es enfermiza, es deplorable y en el envidioso no se halla un espíritu solidario y cooperativo, por el contrario quiere todo para si mismo.

La envidia suele acompañarse y apegarse con la avaricia, la manipulación y por supuesto con la hipocresía.

Se puede caer en la envidia por la falta de valores fundamentales de las cuales las personas tienen que nutrirse. Desde muy temprano, los niños por ejemplo, tienden a ser positivos y el mecanismo de control del poder inmaduro del niño puede fácilmente convertirse en envidia. Y esto puede solucionarse con el ejemplo, el diálogo y la espiritualidad propiamente dicho.

La sociedad humana está muy lejos de ser perfecta, la solidaridad es una virtud que escasea y se encuentra por el contrario, la discriminación, la intolerancia, el rechazo por diferentes razones: posición social, económica, racial e incluso de género.
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Pero todo esto tiene remedio, y se encuentra en la práctica activa de valores solidarios, esto es lo único que podrá permitir superar la envidia.
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Pintura y Escrito:
Oscar Basurto Carbonell
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